
Fotografía bajo licencia Creative Commons (CC BY-NC):
ESO Very Large Telescope Panorama with the Milky Way, del autor Stuart Rankin, publicada en Flickr.
Dentro de nuestro Universo visible, vivimos en un planeta conocido cariñosamente bajo el mote de "planeta azul". Esto es así porque, La Tierra, su nombre oficial, tiene prácticamente el 70% de su superficie cubierto por extensas masas de agua. Y aunque suena hermoso, la mayoría de nosotros nunca lo hemos podido observar (ni lo haremos) en toda su plenitud. Ese es uno de los privilegios que únicamente unos pocos astronautas pueden tener.
Sin embargo el universo no es sólo belleza, sino también caos. De hecho, el caos, es precisamente el motor de nuestra existencia. Y la gravedad, esa singular deformación del espacio-tiempo, su mayor aliada para crear y destruir, todo cuánto hay a nuestro alrededor.
Una prueba de esta magnífica dualidad, la encontramos en varias de nuestras direcciones cósmicas, empezando por nuestro propio planeta. En el interior de nuestra querida Tierra, se encuentra el lugar más cercano, inhóspito, denso y caliente que existe. Bajo esta aparente belleza, fragilidad y calma, se oculta un núcleo de plasma fundido, compuesto principalmente por hierro y níquel, que se encuentra a unas temperaturas de más de 6000°C. Otro claro ejemplo, es el Sol, nuestra estrella y eje central de nuestro sistema planetario, el Sistema Solar. Esta es una enorme masa de plasma fundido, más de 100 veces más grande que la Tierra y que está compuesta por hidrógeno y helio, los gases primordiales que moldearon el Universo visible. Sus temperaturas internas pueden llegar a alcanzar la desorbitada cifra de 15.000.000°C, razón por la cual es fácil pensar que una reacción nuclear de fusión está teniendo lugar ahí dentro y que gracias a su densidad interna es capaz de atraer los 8 planetas que giran a su alrededor. Más allá del Sistema Solar, la siguiente parada misteriosa es la Vía Láctea, una agrupación de estrellas a la que denominamos: galaxia. Y nosotros, por sorprendente que parezca, formamos parte de ella y de sus hasta 180.000 años luz de diámetro, a casi 3/4 partes de su centro y entre sus más de 300.000 millones de estrellas.
Curiosamente, si os paráis a pensarlo, en el centro de cada una de nuestras direcciones cósmicas, encontramos el lugar más denso, caliente e inhóspito que existe en nuestras cercanías. Si pensamos en la Tierra, está su núcleo; si pensamos en el Sistema Solar, está el Sol; pero... ¿y si pensamos en nuestra galaxia?
En medio de dicho lugar, con semejante cantidad de estrellas a su alrededor, es más que evidente que alguna cosa debía haber en su centro, que fuera capaz de crear una atracción suficiente como para mantener cercanas entres sí tanta cantidad de estrellas.
Su descubrimiento se hizo en el 1974, porqué a través de los telescopios se vio algo como esto:
Ese punto brillante que véis moviéndose con rapidez es S2 o S0-2, hasta 2015, fue el objeto más rápido conocido en todo el universo. Esta es una estrella con una velocidad de asombrosamente 17'7 millones de km por hora. Esa rapidez de desplazamiento sólo confirmaba que alguna extraña bestia estaba ahí para ejercer una fuerza suficiente como para permitir a una estrella enfurecida de ese calibre, girar en una órbita a esa velocidad. Esa bestia era un agujero negro supermasivo y se bautizó como Sagitario A*.
Hoy obtenemos la primera imagen real de él, y también del siguiente agujero negro más próximo a la Tierra, el que está en el centro de la galaxia vecina M87. Ahora mismo, los responsables de que podamos ver por primera vez un agujero negro... están emitiendo en directo este hallazgo vía Youtube.
Conozcamos pues el enorme y encomiable trabajo realizado por el proyecto cooperativo:
«Event Horizon Telescope», EHT.
Disfrutad de la presentación.
Saludos